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El Aburrá estrena plan de ordenamiento a 2031: ¿para qué?

Enero 21 de 2020

El Área Metropolitana estrena documento marco que busca armonizar la planificación de los 10 municipios de la región para los próximos 12 años.

La ruta hacia un nuevo modelo de ocupación, que restrinja la urbanización en laderas, promueva el crecimiento de una región compacta en las riberas del río y disminuya la huella de carbono, son tres de los principios del recién aprobado Plan Estratégico Metropolitano de Ordenamiento Territorial (Pemot), vigente por 12 años.

El modelo actual, según reseñó el diagnóstico del plan, el cual tardó tres años en estructurarse, demanda más de los recursos naturales que produce: 88 % del agua que consume el valle proviene de cuencas externas y 89 % de los alimentos que se consumen en el Aburrá son producidos en otras regiones, según una investigación de la Universidad Nacional sobre la huella ecológica en la región (2017).

Esta alta demanda, según Eugenio Prieto Soto, director del Área Metropolitana entre 2016 y 2019, incrementó la contaminación, la pérdida de espacio verde y la fragmentación de ecosistemas. “Era necesario replantear el ordenamiento. El Pemot le permitirá a la región hacer la transición hacia un nuevo modelo que se soporte en la economía circular, con baja huella de carbono e integración entre lo urbano y lo rural”, dijo.

El Pemot es una hoja de ruta que articulará la planificación metropolitana, es decir, es una norma que les servirá de guía a los municipios para que al momento de modificar sus planes de ordenamiento territorial tengan una visión regional. Asimismo, articula los instrumentos de planificación, proyectos y visiones que se han construido durante los 39 años que tiene el Área.

El documento se desarrolló en un contexto multiescala; es decir, no solo pretende armonizar los planes de ordenamiento de los 10 municipios, sino que busca establecer relaciones de interdependencia con otras subregiones en temas como la estructura natural, los servicios públicos y la seguridad alimentaria.

“Logramos en este documento que tengamos todos un mismo idioma y poder garantizar un futuro sostenible”, explicó Víctor Piedrahita, subdirector de Planeación Integral del Área.

El Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional acompañó el proceso como consultor, mientras el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales (Urbam) de Eafit elaboró un estudio de carga, una herramienta que determina el número máximo de personas que pueden habitar un territorio sin comprometer su disponibilidad.

Oscar Mejía, coordinador ambiental de Urbam, dijo que el Pemot es un instrumento fundamental para el futuro metropolitano porque permite entender la región como un conjunto y no fragmentado. “Se tiene que planificar como un solo sistema que depende a su vez del resto de Antioquia. Permite entender que se requiere planificar el río como uno solo, además de la conectividad de la región”, opinó.

Añadió que la obligatoriedad de implementarlo no es solo legal sino ética por la responsabilidad que tiene cada municipio con la sostenibilidad del territorio.

Para Juan Carlos García Bocanegra, docente de la Facultad de Arquitectura de la UPB, el Pemot es la recopilación de directrices metropolitanas de 2006 y del Plan Bio 2030 de 2011. “Las buenas intenciones no deben quedar en libros, seguimos haciendo planes pero no los implementamos. El reto desde 2006 sigue siendo el mismo: que se implementen las políticas y que haya transformaciones”, afirmó.

Añadió, como ejemplo, que desde hace 14 años se definió la creación de una empresa de gestión urbana del Aburrá, la misma que aún no existe. “Igual pasa con llevar la planificación del río metropolitano, la creación de un fondo de instrumentos regionales, la valorización metropolitana, o el tren de cercanías o el cinturón verde. Debemos pasar a la acción”, concluyó .

Dos problemáticas que buscará intervenir el Pemot

DENSIDAD POBLACIONAL EN LA REGIÓN CENTRAL ANTIOQUEÑA

Mientras la población de todo el país creció un 6,5 % entre 2005 y 2018, en el Valle de Aburrá ese indicador fue mayor: 12,34 %, según el Dane. En los registros de la entidad, en el área metropolitana se contabilizaron 3,72 millones de personas, 409.324 más que los 3,31 millones que había en 2005. Esta cifra se traduce en que el 62,2 % de toda la población en Antioquia (son 5,97 millones) vive en el 2 % del territorio. Es decir que, mientras en promedio 3.341 personas viven en un kilómetro cuadrado en el Aburrá, ese mismo espacio en el resto de Antioquia, es ocupado por 44 habitantes, lo que implica un reto planificador mayor a la región central.

CUMPLIR EL MÍNIMO DE ESPACIO PÚBLICO, DESAFÍO MAYÚSCULO

Ninguno de los 10 municipios del Aburrá llega al menos a la mitad del indicador mínimo de espacio público sugerido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y aprobado por un decreto del Ministerio de Vivienda (1077 de 2015), que es de 15 metros cuadrados por persona, según datos de las alcaldías en 2018. Es más, ninguno ofrece más del 35 % del indicador a sus residentes: Sabaneta (1,37 m2/habitante), Barbosa (1,5), Copacabana (1,6), Girardota (1,75) y Bello (2) son los que menos espacio público tienen. Las otras cinco jurisdicciones no están muy distantes: Medellín (3,64), Envigado (3,75), Caldas (4), Itagüí (4,43) y La Estrella (5,32).

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